Párate y observa

Nuestra vida diaria está llena de actividad, de trabajo, de responsabilidades, de obligaciones y de ocio. Incluso a veces hasta el ocio se convierte en una obligación más que debemos llevar a cabo. Todas estas actividades van, poco a poco, haciendo que nos sintamos más angustiados y nerviosos porque no podemos hacer todo lo que queremos. Y es entonces cuando puede aparecer el estrés.

El estrés puede manifestarse de muchas maneras, puede ser un dolor de estómago, un malestar general, un cansancio continuo, un estado de nerviosismo o de tristeza que no sabemos explicar…

Para contrarrestar esos efectos del estrés hay muchos fórmulas y ejercicios, pero hoy os propongo uno muy sencillo, que se puede aplicar en cualquier momento y por cualquier persona. Lo único importante para realizarlo es tener ganas y hacerlo cada día, los resultados se verán con el tiempo.

Todos los días salimos de casa corriendo, con el tiempo justo de llevar a los niños/as al colegio, de buscar aparcamiento, de llegar al trabajo a su hora. Y cuando volvemos a casa igual, deprisa recogemos a los niños/as, los llevamos a actividades extraescolares, organizamos las tareas de la casa, preparamos la cena. Incluso, a veces, vamos estresados porque hemos quedado con los amigos y llegamos tarde. Todo corriendo, corriendo. La velocidad es la clave de la vida diaria.

¿En qué consiste el ejercicio? En pararse y observar. Nada más y nada menos.

El ejercicio comienza saliendo a dar un paseo, un largo paseo, aunque podemos empezar por uno más corto de 10 minutos e ir aumentando el tiempo. Podemos escoger la hora que más nos convenga, aunque lo mejor es hacerlo a última hora de la jornada, y siempre a la misma hora. Durante ese paseo iremos por los lugares habituales por donde nos movemos todos los días, pero iremos despacio, todo lo despacio que podamos caminar. Respirando hondo y con tranquilidad, observaremos todo lo que hay a nuestro alrededor. Nos fijaremos en las personas que nos cruzamos todos los días, qué llevan puesto, dónde viven, qué están haciendo. Prestaremos atención a todas las personas que trabajan en los establecimientos en los que habitualmente compramos o somos clientes. Cómo son esas personas más allá de su labor de atender al público, cómo nos parece que se sienten, cómo nos tratan…

Debemos observar el paisaje, animales y plantas de toda índole, por insignificantes que nos parezcan, centrémonos en ver cómo son, en sus colores, en cómo se mueven, en sus olores. En si han cambiado desde que las vimos la última vez. Se trata de que nos fijemos en todos los detalles que podamos, en todo lo que nos llame la atención.

Sintamos cómo entra por nuestros sentidos cada una de las sensaciones. Y sintamos esas sensaciones. Todo acompañado de un andar lento y cansino, de una respiración profunda y pausada.

Si practicamos este ejercicio cada día conseguiremos desconectar de la rutina, de los problemas. Durante el paseo estaremos inmersos en todo lo que os rodea y no prestaremos atención a los problemas y pensamientos que continuamente llegan a nuestra mente. Conseguiremos reducir la tensión, el estrés y nos sentiremos bien, muy bien, tranquilos y felices con nosotros mismos. Y llenos de fuerza y vitalidad para enfrentarnos a nuevos retos.

Es un ejercicio sencillo que sólo necesita de nuestro deseo de hacerlo y un poco de constancia, pero son muchos y grandes los beneficios. Así que, Párate y observa.